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martes, 26 de julio de 2011

RESUMEN
1. Primera operación: Filosofía sin Sujeto Tiempo y ser  comienza con una breve introducción o prólogo en la que Heidegger nos pone en la pista del asunto que va a tratar, y antes que nada, Antes de especificarlo concretamente, menciona algo muy importante y a tener En cuenta al leer todo el recorrido de esta obra: aclara qué es lo que no Persigue aquí, qué perspectiva debemos abandonar, aunque este abandono Sea una tarea ya tan difícil como la operación total que necesitamos hacer para Comprender la totalidad del texto. Y bien, dice Heidegger: “Pero bien pudiera Haber venido a parar hoy un pensar semejante a una situación en la que fuese Menester reflexiones largamente distantes de una útil sabiduría para la vida “Podemos tomar esta observación como primera advertencia metodológica, como primera clave para adentrarnos en  el texto, desconectando en cierto punto de ese afán tan instalado en la mentalidad moderna que es buscar constantemente un decir sobre el hombre, sobre el sujeto, en todo texto que Leemos. Tenemos aquí que abandonar esa postura de  “paciente” con que nos hemos acostumbrado a buscar siempre moralejas, sentencias, absoluciones o Consuelos. Heidegger piensa en este giro desde la metafísica del sujeto hacia la recuperación de una filosofía del ser, que la filosofía no tiene por qué dar una Guía para una vida feliz. No sería ése el asunto de la filosofía. La filosofía de lo que trata es de pensar aquello de donde recibe su determinación la poesía, el arte, la física... Ser es aquello desde lo cual reciben su determinación los entes, y los entes son todo aquello que se nos presenta de alguna forma.
2. Segunda operación: Pensar el Ser sin lo Ente Pues bien, Heidegger continúa anunciando ya concretamente cuál será nuestra tarea: pensar el ser sin el ente. Ser  es aquello desde lo cual reciben su determinación los entes y los entes son todo aquello que se nos presenta de alguna forma. Ese determinante no es una cosa ni está fuera de las cosas. De esta forma, Heidegger evita cualquier tentación platónica de colocar el ser en Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas; un mundo trascendente de las Ideas ya que no podrían, desde su separación y Lejanía, determinar el modo de ser de  los entes en modo alguno, si no es mediante la débil solución  platónica que consiste en la teoría de la participación, de la mímesis, en la que los entes-copias imitarían a las ideas-ser por un proceso obscuro y misterioso del que Platón mismo no alcanza a dar cuenta. En último término, en Platón se estaría ontificando al ser, si por ser se entiende ese mundo transcendente de las Ideas. Prueba de ello es la pluralidad de ideas, que no responde a la característica fundamental que es la univocidad del ser. Sólo hay un camino en Platón que nos convendría seguir e interpretar, en cuanto que sí constituye una expresión ontológica, en cuanto que presenta la univocidad del ser, y es la Idea del Bien, entendido como Bien ontológico. El Bien ontológico para ser la Idea de las ideas debe ser un modo de ser porque si fuera una esencia-forma, no podría ser participado por todas las ideas Ontológicas. El Bien ontológico es modal, es un modo de ser: ser solamente cada uno lo que es. El Bien ontológico une y distancia las ideas y lo que une y separa es un límite, es el límite constituyente. Esta es la  doctrina en la que Aristóteles siempre continuará a Platón, pero, para lo cual, romperá con la Pitagorización de Platón, desde la cual  se trata al ser como a un género, un universal. En el tratamiento ontológico de los primeros principios, se entiende Que el valor del principio de conveniencia es inmediato en cuanto se basa en “bien” y “mal” como dos nociones convertibles con las nociones de ser y de no ser. El bien está incardinado al ser, a su acabamiento, mientras que el mal es la falta de ser, la privación. Por ello el bien es superior al mal, porque el ser es superior al no-ser: es mejor el ser que la nada.
3. Tercera operación: Copertenencia de Ser y Tiempo Heidegger continúa preguntándose por el nombrar conjuntamente tiempo y ser. Identifica ser con un asistir: el ser es determinado como asistencia (o Presencia) por el tiempo. Así se le abre una posible línea de investigación que parte de la determinación del ser por el tiempo. Para comprender en este punto a Heidegger debemos precisar qué es lo que entiende por tiempo. Tiempo no es sólo ni primariamente sucesión de horas, ni es una forma o continente vacío que luego se va llenando  de acontecimientos. Ya en Grecia habían diferenciado tres tipos de tiempo: el tiempo del chrónos, visto desde la muerte y la carencia; el tiempo del  aidion, visto desde la vida como eternidad Incondicionada, constante, con plenitud necesaria; y el tiempo del  aion, que sería el enlace entre los otros dos tiempos: el tiempo del instante eterno, que nos recuerda al instante de Kierkegaard, que veía en él una mezcla de Temporalidad y eternidad, pero. Sobre todo al placer  gratuito y al juego que Caracteriza al niño de Nietzsche y a su concepción artística del mundo, en la que la ficción no necesita ya hacerse valer como verdad sino crear y destruir en una acción sin fin, en un eterno instante  de felicidad en el que se coloca siempre un comenzar. Quizá deberíamos entonces hablar de la existencia de formas de temporalizase y no de la existencia de tiempo. Como indica Heidegger: “Al tiempo lo nombramos al decir: Cada cosa tiene su tiempo. Lo que con ello se mienta es: Todo lo que en cada caso es, cada ente, viene y va en el tiempo que le es oportuno y permanece por un tiempo durante el tiempo que le es asignado. Cada cosa tiene su tiempo” Y continúa más abajo: “Toda cosa real y concreta tiene su tiempo  pero ser no es ninguna cosa real y concreta, no es o está en el tiempo.  Y, sin embargo, el ser como estar presente, como presente actual, sigue estando determinado por el tiempo, por lo temporal”.

Así mismo, establece la determinación del ser por el tiempo: “Porque el tiempo mismo pasa. Sin embargo, mientras pasa constantemente, permanece como tiempo. Tanto, estar presente. De este modo resulta el tiempo determinado por un ser Desde la constancia del pasar del tiempo, habla el ser. Y, sin embargo, en Ningún lugar encontramos al tiempo como ente alguno igual que una cosa real y concreta”.
.Así queda aclarado: ni el ser ni el tiempo, que se copertenecen y Codeterminan son nada ente. Reescritura de Anaximandro: Cada Ser tiene su Tiempo En estos pasajes Heidegger está reescribiendo claramente a Anaximandro, cuya famosa sentencia recogida por Simplicio dice así: “El nacimiento a los seres existentes les viene de aquello en lo que convierten al perecer, “según la necesidad, pues se pagan mutua pena y retribución por su injusticia según la disposición del tiempo”, como Anaximandro dice en términos un tanto poéticos.
4. Cuarta operación: la Verdad como Aletheia Avanzando un poco más en el texto de  Heidegger encontramos lo que sería una recusación de la concepción de verdad como adecuación, a partir de la propuesta de verdad como  aletheia, la verdad como el encuentro del ser y el tiempo. Ser quiere decir estar presente y dicho estar presente se muestra como Un dejar que se esté presente y así, dejar-estar-presente es sacar de lo oculto. Este des ocultar se entiende como un dar y ese dar es lo propio del ser y el ser, al dar su don, se reserva a sí mismo, se retira. Y aquí nos encontramos ante el Límite posibilitador: tan importante es lo que se des oculta como lo que se oculta Porque el dejar-estar presente sólo es posible desde el retener-se. No debemos Entender aquí una conjugación del tipo de fenómeno-noúmeno kantiano exactamente ya que no se trata lo oculto de un en-sí, de una esencia misteriosa e incognoscible de la que  no captamos sino su manifestación fenoménica, que se da para-nosotros pero que es producido por su en-sí. En Heidegger, las cosas son siempre las cosas-en-su-estar-descubiertas por lo que entiende la equivalencia que establecía Aristóteles entre cosas, fenómenos y verdad. En el ámbito del descubrir, el ente aparece como lo que viene a la presencia: que lo presente (ente) venga  a una presencia actual (verdad), es decir, que se produzca la verdad en el encuentro del ser y el tiempo. Fenómeno no prejuzgaría nada acerca de su contenido sino que significa sólo una forma Peculiar de hacer frente a algo, la de presentarse como siendo ello mismo. Tras los fenómenos no habría ningún noúmeno, pues es contradictorio que lo que se muestra como es tenga su auténtico ser en otro en-sí más profundo.

5. Quinta operación: invertir el Tiempo Lineal Lo que Heidegger está echando por la borda es cualquier tipo de consideración teleológica dentro del contexto ontológico, dentro de la historia del ser. El hecho de que hable de una historia del ser, desconcierta a algunos, dado que puede, en principio, resultar de difícil comprensión considerar una historia del ser, o incluso cualquier tipo de historia, dejando de lado, ya no sólo un telos, aunque sólo fuera regulativo o metodológico, visto a partir del ahora y Proyectándolo hacia atrás; sino también la idea, tan instalada en nuestra conciencia, de tiempo lineal en el que  primero se dio pasado, ahora es el presente y mañana será el futuro, descartándose cualquier tipo de vuelta, cualquier tipo de llegar a los inicios, cualquier tipo de retorno. Pero realmente no hay ningún tipo de contradicción, ni tan siquiera de enrevesamiento, si atendemos bien a las nociones de Heidegger y a las que toma, por ejemplo, de Nietzsche: el eterno retorno como método, que nos obliga a comprender que lo último para nosotros, el límite, es lo primero o arché: lo primero en-sí. Así, para encontrar los primeros principios hay  que invertir el sentido del tiempo cronológico. El eterno retorno establece la primacía de la acción sobre el movimiento, el acto sobre la potencia, haciendo que la acción del pensar se reoriente de continuo.

6. Sexta operación: Copertenencia de Ser y Pensar De tal forma, Heidegger rompe con la simplificación dicotómica necesidad contingencia. Lo que es, es necesariamente puesto que no puede no ser. Ya de esta forma entendería Aristóteles el principio de no-contradicción cuando lo tomaba en su valor ontológico. Así,  lo que es, es necesariamente pero no según una finalidad, no determinado por  un orden preestablecido que se despliega hacia un punto o hacia una meta. Heidegger habla del ereignis, del acontecimiento apropiador, que viene a informarnos sobre la unión, sobre la copertenencia de ser, tiempo y pensar. El ser y el pensar se hacen auténticos en su copertenencia, dándose el ser al pensar y el pensar al ser, siendo esta mutua entrega el acontecimiento, que se plasma en la Historia y en el lenguaje. Ese ereignis, ese acontecimiento-apropiador que da cuenta de la unidad de ser y pensar y de ser y tiempo, nos hace casi inevitablemente recordar a Hegel. La Historia en Hegel es la historia  del despliegue del espíritu. Heidegger entendería aquí perfectamente a Hegel en el uso de “espíritu” puesto que referido al “a la vez” griego, toma todo su sentido: ¿qué otra cosa se iba a desplegar, sino el espíritu que es un “a  la vez”? El espíritu entonces se va transformando mediante sus determinaciones y así, desde su en-sí va tomando conciencia de sí hasta llegar a ser para-sí, y por lo tanto, en el límite, se borran las diferencias entre ser y pensar, puesto que en terminología hegeliana, en el límite, Historia, Filosofía e Historia de la Filosofía, se funden para ser lo mismo.

7. Séptima operación: la Filosofía como Crítica ¿Y qué ocurre con la famosa concepción teleológica aristotélica? Debemos entender la primacía de la causa final  pero entendida modalmente, y esto es dar primacía al acto sobre la potencia, entendiendo acto  como acción, como praxis. Se trata una vez más de una primacía de lo simple, indivisible, sobre lo divisible o extenso. Lo que se busca es la condición de posibilidad ontológica y ese fundamento último que encontramos, es en sí, lo primero, por lo cual hay que hacer una inversión. Entendemos  aquí, por potencialidad  génesis, diferencia, extensibilidad. La individualidad no es lo primero, sino que es antes la acción que la conciencia psicológica inmediata, y  aunque no podemos prescindir de ésta debemos condicionarle  a la acción. Para nuestro tiempo psicológico es primera  la conciencia psicológica inmediata pero Ontológicamente tiene primacía el acto, la acción. Si bien Foucault habla de que no hay saber sin poder, Deleuze contesta que, aun así, tiene que tener primacía el saber porque si no, no podría tener primacía el acto sobre la potencia. Aristóteles pone el ejemplo de la primacía de la ciencia viva sobre la biblioteca de la ciencia donde la ciencia está en potencia. Así, el que la filosofía esté tapada ónticamente a sí  misma se debe a cómo la historia del ser está tapada por su “didáctica”, por los libros y manuales de Historia de la Filosofía que dan por facultativamente posible lo que tendría que ser pensado como si se recibiera por primera vez. La respuesta de Aristóteles es la “causalidad Condicionada”, es decir, la posibilidad, que es, como en Kant, trascendental por ser ontológica, y por ser ontológica, debe ser unívoca. Llegamos de nuevo al tema de la univocidad del ser.

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